martes, 28 de julio de 2009

Lamentamos informarle a la izquierda que el mundo no esta en "revolución"

En el actual contexto del sistema capitalista a escala global los únicos que parecen que no se enteraron del fin de las luchas revolucionarias por el cambio de sistema son los teóricos y dirigentes de la "nueva izquierda". [1]
Y la conclusión es simple: No hay luchas revolucionarias sencillamente porque no hay pensamiento ni acción organizada revolucionaria orientada a sustituir (a cambiar) al capitalismo por otro sistema.
Todo lo que existe como lucha de "cambio social" es meramente reivindicativa ("reformista") dentro de los marcos del sistema capitalista y los objetivos que se buscan ya no son colectivos (transformar de raíz a las sociedades y al mundo) sino individualistas y sectoriales, y no avanzan más allá de querer "humanizar" al capitalismo, hacerlo más digerible y menos injusto (ecología, "derechos humanos", "calidad de vida", etc.).
Es más: Ya no hay rebeldía ni revolución porque el "orden" y el "desorden" (paz y conflicto) están pensados dentro de las reglas de integración al sistema sin que exista ninguna idea o intención de cambiarlo por otro.
En resumen, "izquierda" y "derecha" son conceptos ideológicos antitéticos solo en términos de mayor o menor "progresismo"[2] dentro del mismo sistema, pero ninguna de las dos opciones busca terminar de raíz con el capitalismo al que se lo presenta como el "único sistema posible" siguiendo el curso “natural” de las cosas.
Y aunque el curso "natural” de las cosas esté controlado y pensado en función de la propiedad privada, de la explotación del hombre por el hombre, y del interés de los grupos capitalistas que han convertido el planeta en un "gran mercado" para hacer negocios y reciclar dinero y riqueza concentrada a expensas de la pobreza y sufrimiento de la mayoría, ya nadie pelea para cambiar este sistema, sino por "humanizarlo" lo más posible.
En el mundo ya no hay revolución ni pensamientos revolucionarios. Lo que hoy se llama "izquierda" ya no lucha (ni plantea una ideología de cambio y de toma del poder) contra el sistema, sino que pelea contra la "derecha" como expresión de la "injusticia" a la cual hay que combatir para que haya justicia para todos.
La izquierda (asimilada a la filosofía del "único mundo posible") ya no piensa el mundo en función de la guerra a muerte para terminar con el sistema capitalista (el dueño del mundo), sino en función de terminar con la "derecha" dentro del marco del mismo sistema.Y el asunto desembocó en que lo que debía desembocar: La izquierda (sin vocación de cambiar el sistema) se volvió potable y "políticamente correcta" para conformar una "alternativa de gobierno" a la "derecha neoliberal" dentro de las coordenadas de poder implantadas por las trasnacionales y el sionismo financiero que controlan el planeta desde la Reserva Federal y los bancos centrales, con el Pentágono como garantía suprema de "orden".[3]
Y así se inventó la moda de gobiernos que hablan con la ideología de la "derecha" o de la "izquierda" en términos del discurso formal, pero desde el punto de vista práctico ejecutan un solo programa: El capitalismo. Y sus agregados funcionales de explotación y concentración de riquezas: La sociedad de consumo y la conquista de mercados.
De esta manera, y sin ninguna contradicción, Chávez puede decir que está realizando la "revolución socialista" en Venezuela, mientras ese país reviste la categoría de principal "socio comercial" de EEUU en la región y se configura dentro de una estructura económico productiva capitalista dominada por la sociedad de consumo.
En términos estadísticos y verificables, el sistema capitalista ha subvertido el significado histórico y funcional de la palabra "revolución": Hacer la revolución ya no es cambiar el sistema, sino cambiar el discurso.
Izquierda y derecha son complementarias y se articulan como una "alternativa" dentro de lo mismo. Por lo tanto, la única diferencia existente entre un "gobierno de izquierda" como el de Chávez, y otro de "derecha" como el de Uribe, es el discurso.
El sistema económico productivo y la sociedad de consumo de Colombia son los mismos que rigen en Venezuela, y, en general, los bancos y transnacionales capitalistas, que los controlan, salvo excepciones, son los mismos en ambos países.
Con la "izquierda revolucionaria" en los gobiernos, América Latina continúa teniendo 200 millones de pobres e indigentes, mientras las economías del "modelo" crecen en la misma proporción que las fortunas personales y los activos empresariales.
Con suerte variada, la izquierda está integrada dentro de las reglas de "competencia" político-electoral burguesa orientada a controlar el Estado capitalista con una mayor dosis de "revolución discursiva" pero sin alterar el curso “natural" del sistema controlado por los bancos y corporaciones del capitalismo trasnacional.
Por lo tanto, y con una izquierda que ya no diferencia entre "gobierno" (eventual y transitorio) y sistema de dominación capitalista (real y permanente), la "revolución" se ha convertido en marketing discursivo para conquistar corazones y mentes ansiosas de aventuras turísticas con "justicia social".
Con el mundo sin revolucionarios ni pensamientos revolucionarios, el sistema sacó a la palabra revolución del ostracismo (de la marginalidad y la ilegalidad) y la convirtió en agregado complementario del sistema de dominación, así como convirtió al Che Guevara en una remera y a Cuba en santuario turístico de la "revolución".
Hoy la revolución ya no es un objetivo a conquistar por medio de la lucha y la organización clandestina para cambiar el sistema, sino una escala de prestigio social buscada para integrar el sistema desde la percepción de lo "diferente".
Ser de izquierda" o "revolucionario" hoy no significa vivir en la ilegalidad y en la lucha armada para cambiar el sistema, sino vivir en la legalidad aceptada convertida en "pensamiento alternativo" pero sin transformación posible del orden capitalista que controla el planeta.
Hoy la izquierda "revolucionaria" solo pelea contra la "derecha" política y económica, pero no pelea contra el sistema capitalista que genera alternativamente a la derecha y la izquierda como alternativas de "gobernabilidad".
La izquierda, en general, y como durante la Guerra Fría, sigue peleando contra la derecha y los militares[4], sin visualizar que las estrategias del control político y social del Imperio capitalista ya no se ejecutan con represión militar y dictaduras, sino con sistema "democrático", gobiernos constitucionales y medios de comunicación como los nuevos.
Al no pelear contra los nuevos agentes estratégicos activos de la dominación capitalista (el sistema "democrático", los medios de comunicación y la "sociedad de consumo") la izquierda sobreviviente de la Guerra Fría se convierte en potable para generar "alternativas de gobernabilidad" dentro del mismo sistema.
Hoy la "izquierda" (con Chávez a la cabeza) pelea contra el "Imperio" y contra el "dólar" USA, pero no pelea contra el sistema de poder capitalista que controla el mundo con la "democracia", los medios de comunicación y la sociedad de consumo como formadora de los valores del individuo masa solo destinado a votar y a consumir productos.
Lamentamos informarle a la izquierda que el mundo no está en revolución, simplemente porque las economías, los gobiernos y los programas y sistemas operativos cerebrales a escala masiva (salvo excepciones) están controlados por las estrategias funcionales del sistema capitalista globalizado a través del sistema democrático, los medios de comunicación y la sociedad de consumo.
Los grupos sionistas de la Reserva Federal y los bancos centrales (salvo contadas excepciones) ya no dominan con tanques y soldados de la "derecha", sino con entretenimiento, cultura, moda y música fashion, deportes, e información incorporada por microchip cerebral, en donde la única "revolución" posible la protagoniza la tecnología del sistema de poder imperial.
Lamentamos darles esta "mala noticia": El sistema no se cae, solo entra en crisis y se auto-regenera, y la "revolución" solo es un entretenimiento de la Guerra Fría jugando en la cabeza de la izquierda asimilada al sistema.Para que surja otra posibilidad (una alternativa revolucionaria real), hay que dejar la "ideología" y empezar a utilizar el cerebro en tiempo completo.
NOTAS
[1] Se suele denominar Nueva Izquierda, al menos en América Latina, a los grupos que apoyaran a la Revolución Cubana especialmente en su faz metodologicas (violencia guerrillera y terrorista para la toma del poder político ). Lo que se llamó Castrismo.
Se lo denominó así en contraposición a una “vieja izquierda” encarnada en la URSS y sus satélites adictas a lo que esta supuesta izquierda nueva, llamaba el Estalinismo que desechaba los métodos violentos y era partidaria de la toma del poder por la vía pacifica y democrática de los Frentes Populares. Esta Nueva Izquierda inicio su derrotero en la década de los 60. Aún no se sabe a ciencia cierta si esta tendencia, polifacética en ciertos casos, que algunos llamaban alternativa marxista independiente, existió genuinamente o fue solo una operación diversificatoria de los servicios secretos soviéticos
[2] El llamado Progresismo marca la explicita integración del marxismo al régimen capitalista de dominación mundial, como sustrato cultural del mismo. Luego de haber desaparecido el comunismo (salvo casos marginales) como forma de Estado, el marxismo se integra al orden mundial post Guerra Fría como sistema de pensamiento que tiende a la homogeneización de la cultura en base a una predica que labiliza la soberanía de los estados nacionales en beneficio de un gobierno mundial, que destruye los valores tradicionales, patrióticos y religiosos diciendo que son fuente de “discriminación” o de “represión de lo diferente”, fomenta la libertad en sentido anarquizante, y con ello las conductas amorales y permisivas (aborto, homosexualidad, consumo de drogas), unido a una predica permanente a favor de la democracia de masas y los Derechos Humanos, utilizando masiva y discrecionalmente los medios de comunicación social.
[3] Lo ocurrido en Argentina luego del 2001 y lo que se da en toda América Latina con la entronización de gobiernos supuestamente izquierdistas o populistas, luego de los experimentos neoliberales de la década de los 80 y 90. Estos gobiernos no han tocado en lo mas mínimo la estructura de dominación del capitalismo liberal solidamente establecida económica y culturalmente en esa década. Especialmente se esmeran por pagar puntualmente y al contado la deuda externa fraudulenta contraída hace más de 30 años y quintuplicada en nuestro caso. Justamente acompañan el pago de la misma con denuestos e improperios discursivos contra el imperialismo y los organismos de la usura mundial.
[4] El típico ejemplo es la Argentina, gobernada por miembros reciclados de una de las bandas castristas que cubriera de crímenes el país en los 70. Reemprendió una guerra que perdió escandalosamente en aquella década, mediante una suerte de vendetta judicial contra los restos insepultos de las FFAA. De esa manera ha aglutinado a la izquierda boba que todavía cree en las paparruchadas de hace treinta años atrás y a la izquierda viva que aplaude el pago de la deuda externa y solo le interesa las indemnizaciones y los subsidios del erario publico (Madres y Abuelas de la Plaza, Hijos etc.) o sigue las directivas de fundaciones norteamericanas libres de impuestos, que ejecutan las políticas culturales del imperio a trabes de ONGs progresistas (CELS, APDH, etc.). Los grupos de la derecha son la contracara de la izquierda boba algunos: aun creen que están en la Guerra Fría luchando contra el “enemigo comunista”, son pro norteamericanos, y ni se percatan que los militares están siendo juzgados por medio de las normas sionistas y aliadófilas de Nwremberg y que EEUU no mueve un dedo en su favor. La otra derecha es viva: critica el dirigismo e intervencionismo económico del gobierno y apoya o no dice ni palabra sobre el pago de la deuda, al mismo tiempo que hace pingues negocios con los “progresistas” gubernamentales con el sempiterno agregado de la corrupción.
El texto es de IAR Noticias.
Las notas explicativas son del blog de la Red Patriótica Argentina

lunes, 20 de julio de 2009

Victimas del sistema: escuelas argentinas...


Una de las tantas consignas de la propaganda oficialista en las pasadas elecciones de junio de 2009 fue: "nosotros hacemos"... Entre los proyectos concretados y/o en vías de finalización estaba el de las 700 nuevas escuelas de la gestión K.

Todo muy lindo, pero nadie se ocupa del manteniemiento de las escuelas públicas "no nuevas"... (esto ya se parece al proyecto del super tren bala contrastando con el abandono y la decadencia que sufre el roca y demas lineas...)

El video muestra el mal estado de las instalaciones de una de las tantas escuelas que victimas de este sistema... sería bueno que algún día la clase política se encague seriamente del tema educación, ya sea salario docentes, contenido o en este caso, mantenimiento de instalaciones...

En este video se utilizo como ejemplo a la escuela nº 8 "fiorentino ameghino " de lomas de zamora donde tambien funciona el instituto superior nº 172 (I. S. F. D. y T. nº 172)

sábado, 18 de julio de 2009

TIRANÍA DEL LIBERALISMO

Israel Adán Shamir

El liberalismo moderno es el paradigma ideológico dominante en USA, y desempeña, asimismo, un papel determinante en Europa, en la Rusia postsoviética y en otras partes. Es la línea ideológica pregonada por el conglomerado mundial de los medios masivos de comunicación, cuyos elementos se declaran independientes pero sin dejar de transmitir un mensaje idéntico, todo lo cuál constituye aquello que James Petras ha llamado La Tiranía del liberalismo. [1] Hablar de una “tiranía liberal” puede parecer paradójico e incluso contradictorio, en la medida en que el liberalismo gusta de representarse a sí mismo como el terreno neutral de la libertad, y no como una ideología, y se declara árbitro en el campo del pluralismo religioso y la libertad, más que ideología anti religiosa. El liberalismo es la ideología que niega ser ideología; pregúntale a un liberal, y te dirá que él está en contra de la dominación de cualquier ideología y cualquier religión.

En nuestra tentativa para perforar esta fachada protectora, aplicaremos algunas ideas del pensador alemán Carl Schmitt, quien aprendió sobre el liberalismo al sufrirlo en carne propia.
Después de la rendición y conquista de Alemania en 1945, Carl Schmitt vivió por un tiempo tanto en las zonas de ocupación soviética como en la USamericana, que luego se convertirían en República Democrática de Alemania y la República federal de Alemania.
Sobre la base de su experiencia comparativa en las dos ocupaciones , Carl Schmitt advirtió que el liberalismo al estilo USA es una ideología combativa bastante menos propensa a contemporizar que el comunismo soviético. Los usamericanos exigieron que Schmitt diera pruebas fehacientes de su fe en la democracia liberal, mientras que los rusos jamás le pidieron que jurara nada acerca del Manifiesto comunista. Su experiencia personal llevó a Schmitt a concluir que el moderno liberalismo americano no es un paradigma de vivir y dejar vivir”, sino una ideología agresiva, y una ideología incluso más peligrosa que el comunismo que él rechazaba con fervor.

Schmitt vio el equilibrio tradicional del poder amenazado por el nuevo imperium global triunfante, por aire y por mar, y basado en una ideología agresiva. Por este motivo él se alegró de la guerra fría, porque pensaba que la Unión soviética era la única fuerza capaz de contener la tendencia ideológica americana.

En estos últimos años, con la invasión anglosajona de Afganistán e Irak, muchos más han venido a compartir la conclusión de Schmitt de que el liberalismo es una ideología global agresiva que pretende imponer por las armas ciertos principios a escala mundial. Estos principios se pueden describir en términos positivos o negativos: el comensal y el ostión en su lecho helado comentarían de manera divergente la llegada de la botella de Chablis y el limón. Comer o ser comido: he ahí lo que cambia la perspectiva. Echemos una ojeada al menú según estas dos perspectivas.
1.- Derechos humanos / negación de los derechos colectivos
2.- Derechos de las minorías / negación de los derechos de las mayorías
3.- Propiedad no gubernamental de los medios / derecho exclusivo del capital a formatear la opinión pública
4.- Derechos de las mujeres / disolución de la familia
5.- Uniones homosexuales / negación de la santidad del matrimonio
6.-Antirracismo / negación de la “necesidad de raíces” según los términos de Simone Weil
7.- Cada cual por su cuenta, en materia económica / abandono de la ayuda mutua social (en términos teológicos agape y caridad)
8.- Separación de la Iglesia y el Estado / libertad para la propaganda anticristiana y expulsión de la misión cristiana fuera de la esfera pública.
9.- Elecciones abiertas para el gobierno (“democracia”) limitadas por la conformidad de los votantes con el paradigma liberal / o rechazo de la auténtica autodeterminación.

Carl Schmitt postuló un aserto importante, según el cual cada ideología es una doctrina cripto-religiosa, o, en sus propias palabras, “todos los conceptos más decisivos de la doctrina moderna son conceptos teológicos secularizados”. Pasemos a comparar comunismo y liberalismo a la luz de este axioma.
Aunque se originó en Occidente, el comunismo primero dio frutos en la sociedad moldeada por la iglesia ortodoxa rusa, y tenía muchos rasgos que se podían esperar dentro del marco de una ortodoxia secularizada [2].

Esto lo sintieron los poetas, así Alexander Blok que cantó a Cristo rodeado por sus doce guardias rojos, llevando adelante “la bandera color de sangre, invulnerable a las balas, volando por encima del viento helado, en una blanca corona de rosas” [3]. En los últimos días de la Unión soviética, los rusos proclamaron el principio cristiano: “el hombre es el amigo del hombre, un camarada y un hermano para el hombre”[4]. Los comunistas rusos despreciaron las comodidades materiales como sus antecesores ortodoxos, poniendo su sobornost (catolicidad, o estar juntos en la iglesia) y solidaridad por encima de cualquier otra virtud. [5]
Solidaridad y catolicidad son rasgos que comparten esas ideologías, que repugnan al liberalismo. La semana pasada Yehuda Bauer, director del memorial Yad Vashem, máximo sacerdote del “culto holocáustico”, dijo en una conferencia organizada para contrarrestar la conferencia de Teherán :

“Hay grandes diferencias entre el nacional socialismo, el comunismo soviético y el Islam radical, pero también hay algunos paralelos importantes. Los tres son o han sido movimientos religiosos o casi religiosos. La fe incondicional, casi religiosa, en la ideología nazi era central para la existencia y las opciones políticas del régimen, y fue la ideología nazi el factor central que produjo el holocausto; el marxismo leninismo fue el dogma cuasi religioso por el cual todos tenían que jurar, en el imperio estalinista. Lo mismo vale para el Islam radical” [6]

Esto es verdad, sin duda, o, para decirlo a la luz de las palabras de Carl Schmitt, es más bien obvio, pues si esto es ideología, tiene alcance teológico. Observemos que Bauer no mencionó una ideología importante, contemporánea de las otras tres, y en guerra con ellas. Últimamente, unos cincuenta años atrás, marxistas leninistas, nacional socialistas y liberales aclararon sus divergencias en los campos de batalla de Europa. ¿Por qué será que el liberal Bauer no menciona el liberalismo?
Además de demostrar cobardía, la omisión significativa de Bauer conlleva un mensaje teológico importante: el de la reivindicación de trascendencia por parte del liberalismo. Un liberal coloca al liberalismo por encima de las religiones “corrientes” y las ideologías; incluso en un plano más elevado que cualquier construcción religiosa o ideológica. Los adeptos de cualquier ideología que no sea el liberalismo son “totalitarios” o “fanáticos”, a los ojos del liberal. Esta actitud arrogante de los únicos dueños de la verdad nos recuerda la narración judaica del antiguo Testamento, donde se exalta a los devotos del dios Único, situados en un nivel más alto que los “paganos”. Teóricamente, esta actitud de superioridad la heredaron las tres grandes religiones de nuestra oikouménè, tanto la cristiandad de Occidente y Oriente, como el Islam; pero no fue igual de internalizada por todos. Un cristiano ortodoxo no se consideraba a sí mismo por encima de los musulmanes y los católicos. Mientras tanto, el judaísmo moderno (que diverge en gran medida del judaísmo bíblico en otros aspectos) sigue manteniendo esta pretensión insoportable a la superioridad.
La reticencia de Bauer para nombrar el componente religioso del liberalismo resulta una señal útil de algo que él preferiría tapar. Pero aquí encaja el siguiente indicio: a medida que Bauer sigue buscando paralelismos en los tres movimientos señalados, encuentra éste :

“Los tres apuntan a los judíos como su enemigo principal, o inmediato: los nazis los masacraron, los soviéticos planearon en 1932 deportar a todos los judíos soviéticos a Liberia, con la intención obvia de que la mayoría pereciera allá. El mensaje genocida del Islam radical con respecto a los judíos está sonando muy alto y muy claro.”

Si Bauer cree que su afirmación acerca de los nazis es también aplicable a los soviéticos y los musulmanes, debería haber estado encabezando la conferencia de Teherán como “negacionista” en jefe. Y si él mismo no cree en lo que afirma, es un mentiroso y un difamador. El cuento de los “soviéticos planeando deportar a los judíos” es un invento israelí tan falso como un billete de tres dólares, y ya ha sido denunciado como tal. [7]. Si Stalin y Hitler hubiesen leído la conferencia de Bauer en 1940, tal vez no habubieran ido a la guerra. Pero lo importante para nosotros es que Bauer está condenando cualquier movimiento moderno basado en la solidaridad, la catolicidad y la comunidad en tanto “anti judío”, mientras que el liberalismo le sabe tan judío como el pescado gefilte.

¿Qué es, pues, el liberalismo? Algunos estudiosos, siguiendo a Max Weber, analizan el liberalismo como un protestantismo secularizado. Otros prestan atención a su tendencia antirreligiosa y hostil a la Iglesia, y ven el liberalismo como un satanismo secularizado. El difunto Alexander Panarin lo consideraba una forma de idolatría basada en el “mito pagano a base de bienes descontextualizados, junto con sus des-socializados consumidores”.

Armados con las tesis de Schmitt y el testimonio de Bauer, concluiremos que la doctrina de “la democracia liberal y los derechos humanos”, aquella que los marines anglo-usamericanos llevan más allá del Tigris y el Eufrates es una forma de judaísmo secularizado.

Si tomamos en cuenta la predominancia de los judíos en los medios masivos y especialmente entre los amos que poseen esos medios, resulta simplemente natural que la ideología promovida por ellos sea tan querida por un corazón judío. Sus adeptos se mantienen fieles a actitudes judías clásicas; y el “carácter único” de Israel es un capítulo de esta escuela “no religiosa”, bien sea en forma de Holocausto “único” o vínculo “único” con Palestina, o de amor “único” a la libertad y la diversidad.

Por cierto, mientras las mezquitas arden en Holanda y las iglesias se derrumban en Israel, ello no despierta ninguna emoción comparable a las que los judíos echan a andar cuando aparece un graffiti en la pared de una sinagoga. Los Estados Unidos clasifican a sus aliados según su actitud con los judíos. El Templo del Holocausto [llamado “Museo”] está edificado junto a la Casa Blanca. El apoyo al Estado judío es obligatorio, sine qua non, para un político Usamericano. Bauer describe el horror de una posible victoria nazi con estas palabras: “No habría judíos, porque todos habrían sido aniquilados. Con esto terminaría la historia como tal”. En otras palabras, la historia, en la óptica de Bauer, es cosa de judíos. Sin judíos no hay historia. El resto de la humanidad es pura manada amorfa, sin memoria ni futuro.

El judaísmo secularizado no está en conflicto con el judaísmo, que es la única religión protegida en el marco del discurso liberal dominante. Cuando algunos rusos intentaron aplicar la ley “contra la incitación al odio” a habituales diatribas judaicas anticristianas, fueron condenados no solamente por las instancias judías, sino por la Casa Blanca y la comunidad europea por igual. Esta semana, un rabino Lubavich pidió que se sacaran los árboles de Navidad del aeropuerto de Sattle mientras no se instalara una menora gigante al lado. El aeropuerto quitó los arbolitos, pidiendo disculpas por haber ignorado la conclusión de “peritos en antropología cultural”. Las escuelas de la ciudad de Nueva York no autorizarán la mención de Navidad, pero celebran Hanukkah, el Ramadán y la tontería de Kwanza porque todas estas fiestas son multiculturales mientras que Navidad no lo es, en su opinión. (vdare.com es una buena referencia para la guerra contra la navidad, que desmienten a gritos los medios.) Cualquier referencia a Cristo es rechazada por la red que defiende los derechos humanos, ADL, ACLU y otras fuerzas de apoyo a lo políticamente correcto, que nunca se oponen a los símbolos religiosos judíos.

Cuando la ortodoxia secularizada, es decir el comunismo ruso, conquistó tierras, los rusos compartieron su fe y sus recursos con los conquistados. De hecho, la Rusia soviética abasteció generosamente a sus “satélites”, gastó fortunas para sostener a Cuba, a Alemania Oriental, Hungría, Polonia y los Estados bálticos . Después de 1991, los Estados ex soviéticos siguieron dueños de grandes complejos industriales y energéticos, de los cuales carecían totalmente antes de su integración al commonwealth soviético. Una de las consignas de propaganda de mayor éxito por el lado de los destructores liberales era: “basta ya de dar de comer a los extranjeros”.

El judaísmo secularizado conquista tierras para robarlas y destruirlas. Durante cuarenta años de gobierno judío en Palestina, las autoridades no edificaron ni una construcción, pero sí derrumbaron miles de viviendas. Aun cuando está bien secularizado, el Estado judío encarna el miedo paranoico judío y la execración del extraño, mientras que la política cabalística inspirada de la Cábala del Pentágono es otra manifestación de este mismo miedo y aborrecimiento a escala global. El Jihad judaico laico en Irak convirtió a la fértil Mesopotamia en un yermo. Los países que han sido totalmente subyugados por los liberales, Haití o Malawi , son los más pobres de todos.

¡Basta ya con las necedades! tal vez estés pensando. ¡Basura! El judaísmo es una de las grandes religiones monoteístas; los judaístas creen en el mismo dios que los cristianos y los musulmanes. Ellos son nuestros camaradas en la lucha común contra la subversión carente de espiritualidad. El judaísmo no tiene nada en común con el culto anti espiritual, materialista y anti religioso de la globalización, el neoliberalismo, la alienación, el renegar de nuestras raíces, la destrucción de la familia y la naturaleza. Todo lo contrario, el judaísmo postula que el espíritu es lo primero, que la familia es santa, que se debe preservar la naturaleza: las comunidades judías son famosas por la práctica de la solidaridad y la ayuda mutua, su sentido de la tradición y la comunidad de la gente unida en Dios.
Esta objeción tiene peso, y, en apariencia, echa por tierra nuestra identificación del liberalismo como judaísmo secularizado. Pero esto no va más allá de la apariencia, pues se trata de una objeción basada en premisas defectuosas. El judaísmo (como el dios romano Janus) tiene dos caras; una cara para los judíos, la otra para los goyim. Y ésta es la diferencia entre judaísmo por una parte, y cristianismo, Islam o budismo, por otra parte. Estas grandes creencias no le piden nada a los no adeptos, salvo que se sumen a su unidad. Lo único que la iglesia le pide a un no cristiano es que se vuelva cristiano. Pero el judaísmo no quiere transformar a un goy en judío; eso es algo casi imposible, casi prohibido, sin lugar a dudas desaprobado. Y el judaísmo tiene exigencias precisas para los no judíos que tienen la desgracia de caer bajo su autoridad. No deberían imitar a los judíos, y por eso mismo al goy se le prohíbe que tenga religión, él no deberá celebrar sus propias fiestas religiosas, ni tampoco ayudar a sus hermanos, debería ser un mero animal económico. El judaísmo secularizado tiende a ser un judaísmo para goyim, mientras el judaísmo para judíos sí que tiene su propio núcleo sagrado. caben dentro del judaísmo para goyim.
El rechazo a los derechos del grupo:
En el judaísmo, los goyim no tienen derechos como grupo. Los judíos están autorizados a participar en la sociedad como grupo, mientras que los no judíos deberían moverse como individuos, como si dijéramos: “ustedes tienen derechos individuales, nosotros tenemos derechos comunitarios”. La propiedad comunal de los goyim es considerada como vacante, abandonada. En el Estado judío, los judíos se apoderan libremente de las tierras que pertenecen a los palestinos en tanto comunidad; sólo cabe la discusión en lo que se refiere a la confiscación de tierras palestinas de propiedad privada. En el judaísmo liberal secularizado, la solidaridad entre trabajadores debería ser desmantelada, los sindicatos quebrados, mientras que la solidaridad entre ricos sí está permitida. La privatización es una negación de los derechos colectivos: si un haber no le pertenece a una persona privada y adinerada, se le puede echar mano.

Los derechos de las minorías y la negación de los derechos de las mayorías:
En el judaísmo, una mayoría no judía no tiene derechos; en todo caso, no tiene derechos sobre los judíos, y esto el liberalismo lo hereda plenamente. En la Rusia de 1991-93, la victoria del liberalismo sobre el comunismo se logró a través de la des legitimización de la mayoría: al pueblo ruso se le calificaba de “mayoría agresiva y obediente”, por oposición a la minoría ilustrada de los oligarcas judíos. Un discurso ilustrado en Occidente suele contener alguna referencia oculta a John Stuart Mill, a Madison, a Alexis de Tocqueville y al miedo a la tiranía de la mayoría.

La propiedad privada de los medios (por oposición a la propiedad estatal, pública), o derecho exclusivo de la gente rica a formar la opinión pública:
Un diario de propiedad pública suele verse contrapuesto a un “medio libre”, como si un diario que le pertenece a un judío rico fuera más libre que otro, perteneciente al Estado, a una Iglesia o a un sindicato.

Los derechos de las mujeres y los derechos de los homosexuales:
El judaísmo no reconoce la familia goym. Esto lo hereda plenamente el liberalismo: los liberales no creen en la familia del hombre desfavorecido, y quieren desmantelarla.

El antirracismo:
Para un judío es un instrumento en su lucha natural contra la población autóctona. Según el paradigma liberal, el antirracismo permite la importación de fuerza de trabajo más barata, con vistas a socavar los sindicatos y a operar a escala mundial, dentro del marco de una carrera por los salarios más rebajados.

El judaísmo considera el bienestar social como un rasgo único de la comunidad judía:
Pero los goyim no están autorizados a tener prerrogativas tales como agape para la ayuda mutua y la protección. Los liberales deshacen activamente la protección social, mientras no sirvan para financiar sus compañías y multinacionales, o como política gubernamental para fortalecer a los inmigrantes y las crecidas demográficas, que sirve como medida adecuada para socavar comunidades nacionales, y para racializar la política.

La libertad para la propaganda anticristiana:
El liberalismo no lucha contra el judaísmo, pero sí pelea encarnizadamente contra el cristianismo. En la América liberal, los jueces condenan a la Iglesia católica por lo que enseña, eliminan los árboles de navidad y promueven una nueva Biblia expurgada.

Democracia:
En el paradigma liberal, si no estás de acuerdo con las ideas liberales, tu voz no vale; se activa un mecanismo de defensa contra la supuesta tiranía de la mayoría. Si estás de acuerdo, no importa por quién vayas a votar, pues el resultado será el mismo. Ellos llamaron “democracia” a Israel, a pesar de que la mayoría de los goyim allí no tienen derecho a votar, y los que pueden hacerlo son alejados del poder mediante la invocación de una supuesta “mayoría judía”. Las victorias democráticas de Hamás en Palestina, y de Lukashenko en Bielorrusia fueron consideradas ilegales; en Serbia, repitieron las elecciones hasta conseguir el resultado al que aspiraban.

Así llegamos a la conclusión de que el liberalismo americano moderno es un judaísmo secularizado para gentiles, y no es ninguna liberación de la presión religiosa, como pretende.

¿Por qué será que USA y Gran Bretaña sucumbieron a tan extraña ideología? Una respuesta probable a esto puede hallarse en la historia británica. Según los estudios recientes del Dr. Mark Thomas, de la UCLA, se puede afirmar que en los siglos V a VII, las tribus sajonas precristianas conquistaron Britania y establecieron una sociedad de apartheid con unos 10 000 invasores en medio de dos millones de indígenas. ¡Y desplazaron a los autóctonos!

“Una elite anglosajona, pequeña al principio, e invasora, pudo implantarse rápidamente, al tener más hijos que llegaron a la edad adulta, gracias a su poder militar y a las ventajas económicas relacionadas. También impidieron que los genes de los bretones autóctonos se mezclaran a la población anglosajona mediante la restricción de los matrimonios mixtos, según un sistema de apartheid que dejó al país germanizado, tanto cultural como genéticamente. Como resultado, Gran Bretaña tiene una población de origen ampliamente germánico en lo genético, que habla un idioma principalemente germánico”, escribe Mark Thomas. [8]

Así, una parte de la población británica tiene la memoria genética injertada de una estrategia evolucionista exitosa conectada con el apartheid y la aplicación de principios “judaicos”. Los judíos no tienen el copyright de la maldad; y los bizarros ingleses que se identifican con el mito de las Tribus perdidas tienen más relación con los sajones que con los israelíes. Mientras Gran Bretaña se mantuvo católica y cristiana, esta tendencia fue mantenida a raya, pero después vino la Reforma, con su importación masiva de ideas judaicas del Antiguo Testamento, seguida por la importación de su lectura talmúdica a partir de Holanda, durante la revolución de los Orange. Se aflojó la mordaza religiosa católico, las alambradas devoraron a la Inglaterra tradicional. En esta gran oleada de privatización, los dueños de la tierra dividieron, privatizaron y echaron fuera de las alambradas a las capas autóctonas desfavorecidas, de los “goyim” del Nuevo Orden. Aplicaron su estrategia en Irlanda y País de Galles, y después en América del Norte y en Australia, causando la extinción de millones de nativos. Muchos ingleses, americanos y australianos conservan la memoria de la exitosa estrategia; esto los lleva a recomendar las políticas filojudaicas y medidas que son casi judaicas.

Por cierto, la colonización y la formación de una casta dirigente militar no sucedieron solamente en Gran Bretana. Está la conquista aria, en la tradición hindú, o el reinado de los francos en Francia. Los franceses resolvieron el problema con la navaja nacional del Dr. Guillotin, durante el Terror de 1793, donde la idea de una aristocracia de sangre azul fue ampliamente denunciada por los revolucionarios de clase media. Hoy en día todavía, los nobles polacos pretenden ser descendientes de los Sarmats no eslavos, a diferencia de los polacos comunes, que sí son eslavos. Esta reivindicación “Sarmat” de la nobleza polaca (que conlleva el desprecio por los polacos del montón, como si fueran extranjeros) fue una razón importante para que Polonia tolerase y alimentase a la mayor comunidad judía que jamás existió sobre la tierra.

Dondequiera que prevalece, la doctrina liberal del judaísmo secularizado crea enormes abismos entre castas superiores y castas más bajas. Así en USA, 60 millones de americanos vive con siete dólares por día o menos, mientras que unos pocos tienen miles de millones que no tienen en qué gastar. [9] Esto representa una estrategia evolutiva muy exitosa para la minoría que dirige. Es tan exitosa, incluso, que la mayoría bajo su gobierno tal vez tenga que aplicar drásticas medidas para moderar su éxito.

Pero no se debe desear su completa extinción: el liberalismo puede ser útil en cualquier sociedad solidaria, una vez que se reduzca su escala, se le cure de sus pretensiones exclusivistas, y se le ofrezca el pequeño nicho que le corresponde; actuará a la manera de un sistema de ventilación en una habitación calurosa. Pero no deberíamos permitir que nos congele…


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[1] http://www.rebelion.org/petras/english/cultural_imperialism.htm
[2] http://www.israelshamir.net/English/Red_Easter.htm
[3] http://www.poemhunter.com/aleksandr-aleksandrovich-blok/poet-35200/
[4] http://www.time.com/time/magazine/article/0,9171,895551-3,00.html
[5] http://www.orthodoxresearchinstitute.org/articles/dogmatics/savich_catholicity.htm
[6] mms://207.232.26.152/events/bauer.wma
[7] http://www.lechaim.ru/ARHIV/125/kost.htm
[8] http://news.bbc.co.uk/1/hi/sci/tech/5192634.stm
[9] http://www.wsws.org/articles/2006/dec2006/ineq-d12.shtml

domingo, 12 de julio de 2009

jueves, 9 de julio de 2009

POR LA SEGUNDA INDEPENDENCIA ¡ ARRIBA ARGENTINA !


"Reconquistar el dominio político y económico de nuestra propia tierra es nuestro deber para con nosotros mismos, para nuestros hijos y para los hijos de nuestros hijos. No es una acción fácil pero tampoco es una acción inabordable."

Raul Scalabrini Ortiz

INDEPENDENCIA? PARA QUIEN?

La historia falsificada es un muro de piedra interpuesto entre nosotros y el pasado argentino. Romper ese muro es la tarea inicial de nuestra liberación.

Supongo que para nadie es un secreto que la Argentina no es dueña de su destino, que no tenemos después de casi dos siglos de la independencia soñada por el pueblo de Mayo, que fuertes y poderosos intereses nos presionan de manera decisiva. Y eso no se debe -o por lo menos no se debe exclusivamente- al poder de esas presiones exteriores ni a nuestra debilidad material. No basta con decir que somos un país subdesarrollado y quedarnos contentos. La distinción fundamental de los países no está en el grado de su desarrollo material. Hay países de economía pobre a quienes nadie se los lleva por delante y hay países de grandes riquezas reales o potenciales que son verdaderas colonias de intereses foráneos. Ése es, en líneas generales, el caso nuestro.

Somos una colonia material porque hemos sido colonizados espiritualmente, porque se ha falsificado nuestra historia para que no seamos una nacionalidad. Somos una colonia sin justicia social ni libertad ni democracia ni patria. En las colonias la regla es la desigualdad social; en las colonias la libertad es para pocos, la democracia no tiene demos, la patria no es la comunidad de quienes habitan un mismo suelo, tienen modalidades semejantes, una misma tradición y los une el fuerte vínculo de una fraternidad, sino que la patria es una entelequia que se expresa en abstracciones y se siente como las ventajas de cada uno, porque en suma son las ventajas para los de afuera, porque ellos sí que están unidos. Ése es el drama, el hondo drama de los argentinos; es el drama de todos los países que están en la etapa colonial de su cultura: Se les ha torcido la historia para torcerles su destino.

No es culpa de los de afuera; es culpa nuestra porque los factores de dependencia, de colonialismo, son internos. No es posible una dominación foránea si no hay una paralela voluntad de sometimiento en los nativos. La voluntad de colonia está adentro y se manifiesta en una concepción distinta de la Patria que hace posible, y hasta conveniente y necesaria, la intromisión extranjera. Dos argentinas que no podían comprenderse, que fueron antagónicas porque necesariamente no podían dejar de serlo, chocaron desde los albores mismos de la Independencia: La Argentina para pocos y la Argentina para todos; la Argentina como entelequia expresada en generosas abstracciones y la Argentina real y viva que estaba en los hombres y las cosas de la tierra. Aquélla, una factoría de intereses materiales; ésta, una Patria que era por sobre todo un vínculo espiritual. Esta oposición la encontramos en las jornadas iniciales de la Revolución: En los orilleros levantándose contra los doctores de la Junta la noche del 5 al 6 de abril de 1811, en los montoneros del Litoral con Artigas a la cabeza alzándose contra los directorios de Buenos Aires, en los federales contra los unitarios en los años de Rivadavia y de la Confederación Argentina de Rosas.

Ambas líneas se prolongan hasta nuestros días. Siempre encontraremos en el fondo de nuestras luchas civiles o discrepancias políticas el enfrentamiento de una clase que quiere mantener su posición de grupo dominante apoyándose en intereses foráneos contra una mentalidad nacional que busca en el Pueblo mismo la liberación de la Argentina. Esa clase dominante que no es una aristocracia, porque las aristocracias se dan en función del pueblo, sino una oligarquía que vive de espaldas al Pueblo, sorda y ciega para pura realidad que no sea la de afuera. Esa clase extranjerizada -digo- que fue preeminente en la segunda mitad del siglo pasado, pero que hoy debemos reconocer se bate en retirada, es la que impusó la historia que todavía se enseña a los argentinos. Concluir con esa historia falsificada para recobrar el Espíritu Nacional es la tarea del revisionismo histórico, una revolución cultural que nos llevará a la Argentina dueña de sus destinos que todos anhelamos, porque no tendremos Patria mientras no sepamos realmente nuestra historia. Ése es nuestro propósito.
José María Rosa

TRANSCRIPTO DEL LP “EL REVISIONISMO” DE 1969

jueves, 2 de julio de 2009

35 años de fallecimiento de Perón (1 de julio)

Al cumplirse este aniversario me parece interesante rescatar este resumen escrito por Perón para su escuela de formación doctrinaria en cual explica los fundamentos de la doctrina justicialista. En este, el lector puede ir comprendiendo el funcionamiento del hombre en la comunidad, la organizacion de esta en un estado, el capitalismo, el marxismo, como estos funcionando complementandose, los errores de los primeros gobiernos de Perón y la visión de un estado ideal.

Lo ideal tal vez, hubiese sido que Perón finalice su vida en el exilio, legando una doctrina más completa y con autocrítica y sin la etapa de los ´70 en que la juventud movimiento termino izquierdizada (montoneros)...

Lo que si es claro es que el verdadero peronismo murio con Perón...

El nacionalismo debe abandonar las peleas absurdas del "peronismo-antiperonismo", rescatar lo positivo de Perón y mirar para adelante, sino no vamos a avanzar nunca...


Escuela Superior de
Conducción PolíticaDecano:
Juan D. Perón

FUNDAMENTOS DE LA DOCTRINA
NACIONAL JUSTICIALISTA

Texto oficial 1966
ESCUELA CENTRAL


I - EL HOMBRE
El ser humano nace de la familia, grupo social básico que constituyen sus padres y del cual recibe la vida y cuidados de toda naturaleza. Se desarrolla en el seno de una Comunidad más amplia que se constituyó a lo largo de los siglos y que le proporciona la herencia del pasado, sin la cual no se diferenciaría de la fiera: no sólo los bienes materiales, sino también y sobre todo sus caracteres biopsíquicos y la civilización y cultura de su tradición.De ahí que el hombre sea un animal social: depende de la sociedad que le da la vida y los medios de aprovecharla plenamente, conforme con su derecho natural de individuo. Tiene, por lo tanto, la obligación, no menos natural, de aportar a la Comunidad todo lo que es capaz de darle y, eventualmente, de sacrificarse por ella.Sólo en el marco social el ser humano se realiza plenamente, mandando si tiene las cualidades requeridas, obedeciendo si lo necesita para afirmarse en grado máximo; pero nunca aceptando pasivamente la existencia. La Comunidad no es ningún rebaño: para progresar en toda la medida de lo posible, necesita que todos sus miembros, cada uno en el lugar que su capacidad le asigna, luchen constantemente. No se transforma la naturaleza con gozadores; no se vencen los obstáculos con cobardes. El heroísmo es la virtud primera del hombre. Vivir peligrosamente es vivir como ser humano; vivir tranquilamente es subsistir como vaca destinada al matadero. Los hombres Heroicos hacen los pueblos fuertes. Y sólo los pueblos fuertes hacen la historia.
II - LA COMUNIDAD
Natural o voluntariamente, el ser humano forma parte de distintos grupos sociales y asociaciones de naturaleza diversa, cada uno de los cuales tiene su orden propio que se opone en alguna medida al de los otros y que permanecen unidos, sin embargo, por vínculos de solidaridad más fuertes que sus antagonismos. El hombre es miembro de una familia, de un taller, de una parroquia, de un club deportivo, etc., fuera de los cuales no podría ni procrear, ni producir, ni rezar, ni divertirse. Las familias agrupadas en cierto territorio constituyen un municipio; varios municipios, una provincia; varias provincias, una nación. Y lo mismo ocurre, o debería ocurrir, con los demás grupos de función común.La Comunidad se presenta, pues, como una pirámide de federaciones diferenciadas que desempeñan cada una su papel particular en el seno del organismo social. No se trata de un mero conglomerado, sino de un conjunto unitario que nace, se desarrolla y muere como un individuo. Surgida del pasado, la Comunidad crea su historia afirmándose en el presente por adaptación a condiciones de vida siempre cambiantes y se proyecta en el futuro con una masa de posibilidades que le corresponderá a ella hacer reales o rechazar en el olvido.Para afirmarse cada vez más, la Comunidad nacional tiene que ser dueña de su destino. Esclavizada por una potencia extranjera o proletarizada por la finanza internacional, la nación no puede sino sobrevivir, humillada y explotada. Pero tampoco puede dar lo mejor de sí misma cuando una fracción de sus integrantes la gobierna en provecho propio o explota el trabajo ajeno. No hay Comunidad nacional sin soberanía política, independencia económica ni justicia social.
III - EL ESTADO
Los grupos federados que constituyen la Comunidad no sólo están destinados a coexistir, sino también a colaborar, en el sentido preciso de la palabra, como los miembros de una familia. Tienen que desempeñar cada uno su papel particular en el seno del organismo social. Sus funciones respectivas son complementarias. No se puede concebir una harmonización de tantas actividades diversas e interdependientes sin un orden jerárquico, que implica el mando. Es ésta la razón primordial por la cual toda Comunidad posee un órgano especializado en conducción política: el Estado. A él corresponde dar a la multiplicidad necesaria de los grupos y federaciones la unidad sin la cual no habría sino el caos.Para conducir a la Comunidad, el Estado necesita conocerla, y no sólo en su realidad presente. No puede crear la historia sin saber de dónde vienen los elementos de que dispone, o sea sin aprehenderlos en su evolución. Para poder proyectar la intención histórica de la nación, el Estado debe interpretarla y, más aún, encarnarla.También debe dar a las fuerzas internas del cuerpo social la unidad y continuidad que no poseen espontáneamente. De los grupos, asociaciones y comunidades intermedias surgen dinamismos que constituyen la “materia prima” de la duración comunitaria. Pero tales dinamismos tienden a desgastarse en antagonismos estériles que el Estado tiene que superar, haciendo que las fuerzas hostiles concurran a la afirmación nacional.
IV - LA SUBVERSIÓN BURGUESA
A fines del siglo XVIII o principios del XIX el orden social natural fue quebrado por un fenómeno patológico cuyas consecuencias seguimos padeciendo. Grupos marginales de la sociedad comunitaria, que se dedicaban al comercio de ultramar y, clandestinamente, al préstamo a interés, se habían enriquecido sin conseguir con ello más que comodidades materiales. Aspiraban al poder y, después de un largo proceso de subversión ideológica, lograron apoderarse del Estado francés y posteriormente, por la fuerza o la propaganda, de los demás Estados del mundo occidental.La burguesía adaptó entonces a sus necesidades las estructuras del Estado, convirtiéndolo de órgano rector de la Comunidad en instrumento de su propia dominación. Pero las “fuerzas de ocupación” estaban divididas en numerosos grupos competidores, debido a su misma naturaleza mercantil. Con el fin de que ninguno de dichos grupos pudiera desplazar a los demás, la burguesía triunfante dividió al Estado en tres poderes autónomos e hizo depender los cargos públicos más importantes de un proceso electoral individualista. Cada grupo constituyó su propio partido. Reservado, en un primer momento, a los burgueses mediante el sufragio censal, el derecho de voto fue extendiéndose paulatinamente a medida que se conseguía adoctrinar al pueblo gracias al monopolio de los medios de difusión: escuela y prensa. Si una elección daba, a pesar de todo, resultados insatisfactorios, siempre se la podía anular.Así quebradas su unidad y su continuidad, el Estado ocupado por la burguesía era sumamente débil. No podía, pues, tolerar la existencia de comunidades intermedias poderosas, a las cuales no estaba seguro de poder imponer su voluntad. De ahí que disolviera los gremios, avasallara la iglesia y hasta, en algunos países, dividiera las provincias históricas. Su meta era convertir al pueblo organizado en una masa de individuos aislados, “nacidos expósitos y destinados a morir solteros”, como dijo Renan. Pues, por débil que fuera, el Estado burgués siempre podía dominar a un rebaño de seres humanos indiferenciados. En nombre de una Libertad mítica e irreal, la burguesía se empeño en quitar al hombre los fueros y libertades de que gozaba anteriormente en virtud de su función. Y lo consiguió en gran medida.
V - EL CAPITALISMO
Con el régimen demoliberal, el dinero se convierte en la fuente exclusiva del poder. La disolución de los gremios y la legalización del préstamo a interés eliminaban todo obstáculo al enriquecimiento mediante la explotación del hombre por el hombre: del hombre pobre por el hombre rico; del productor al parásito.Prometiendo a los demás la libertad política, la burguesía se aseguró la libertad económica, que utilizó para anular la primera. Pues la Libertad era indivisible, absoluta para todos: para el fuerte y para el débil, para el rico y para el pobre. O sea, como dijo Julio Guesde, para el zorro y para la gallina: ¿por qué la gallina se quejaría de que el zorro se la comiera si ella tiene plena libertad de tragarse al zorro?Con su riqueza hasta entonces inutilizada, los burgueses abrieron manufacturas y el libre artesano de antaño se convirtió en un asalariado. No fue más dueño de sus herramientas ni del producto de su labor. Se limitó a vender su trabajo al capitalista, quien fijaba el precio en función de la “ley” de la oferta y de la demanda. Claro que el obrero tenía absoluta libertad de no aceptar el trato y en consecuencia, como también lo dijo Julio Guesde, de morirse de hambre.Así se dividió la sociedad en clases: por un lado, el conjunto de los detentadores de los medios de producción, o sea, la burguesía capitalista; por otro, el conjunto de los asalariados, o sea, el proletariado; entre las dos, el conglomerado de todos aquellos que no revistaban en ninguno de los bandos, o sea, la clase media. Otrora estamental, vale decir funcional, la estratificación de la Comunidad se hacía económica: los explotadores, los explotados y, en el medio, los que no eran netamente ni lo uno ni lo otro.
VI - EL CAPITALISMO DE ESTADO
Carlos Marx preveía, a mediados del siglo pasado, que el capital se iría concentrando en un número de manos cada vez más reducido y que la clase media sería absorbida por el proletariado. Tales predicciones no se han cumplido en el mundo liberal. Por el contrario, los dueños del capital se han ido multiplicando y las clases medias se amplían constantemente, absorbiendo a sectores cada vez más importantes de la clase obrera. La minoría burguesa, que había sabido conquistar el poder a sangre y fuego en los decenios que siguieron a 1789, evidentemente ya no era la misma. Se había ablandado con la vida fácil y se manifestaba incapaz de llegar al soñado monopolismo integral.De repente, en 1917 y en un país, Rusia, donde el capitalismo, embrionario, aún no había logrado imponerse, una minoría insurrecta, muy semejante por su composición a los jacobinos, se adueño del poder y, a través del Estado ocupado por ella, se convirtió en el único detentador–colegiado- de los medios de producción, de difusión y de represión. A lo largo de los años, esa minoría combatiente se fue transformando en una oligarquía tecnoburocrática cerrada, que supo realizar un capitalismo perfecto, evitando los escollos del liberalismo. Fuera de ella, sólo había proletarios indefensos, cuyos sindicatos no eran sino instrumentos de poder del Estado-patrón.Entre el capitalismo liberal y el capitalismo estatal no existía, pues, -ni existe- otra diferencia que la que procede de distintos grados de cohesión y eficacia. Tal diferencia era más marcada que hoy en vísperas de la segunda guerra mundial. Desde aquel entonces, y especialmente en los últimos años, el sistema soviético se ha ido liberalizando hasta reintroducir el lucro y la competencia entre las empresas, mientras que el sistema liberal se iba endureciendo como consecuencia de la guerra, con intervención cada vez mayor del Estado en la conducción de la vida económica.
VI Bis - EL SINDICALISMO
No se podía esperar, por supuesto, que los asalariados aceptaran pasivamente la situación que se les imponía. Muy pronto, proletarios más conscientes y más valientes que los demás empezaron a organizarse para la lucha. No constituían sino una minoría ínfima, pero dura y decidida. Con un heroísmo digno de los tiempos homéricos, como muy bien dijo Jorge Sorel, supieron interpretar a la clase obrera y alzarse contra el sistema democapitalista. Como un ejercito en guerra, en medio de la incomprensión y, a menudo, de la hostilidad de sus compañeros de miseria, subieron al asalto del Estado burgués, con la única arma de que disponían: la huelga. Arma insuficiente, ésta, por cierto. Pues los patronos, dueños del poder comunitario, recurrieron a la policía y, de ser preciso, al Ejército. El sindicalismo revolucionario, como tal, fracasó.Paradójicamente, los héroes de la lucha de clases consiguieron, sin embargo, una serie de victorias en el terreno en que menos las buscaban. Las huelgas aisladas –pues la misma condición proletaria nunca permitió llevar a cabo los grandes proyectos de huelga general- no inquietaban sobre manera al Estado burgués, pero sí perjudicaban a los patrones contra los cuales se hacías. Para quitar a los líderes revolucionarios el apoyo de la masa de los asalariados, basta con ceder ante sus reivindicaciones materiales y aumentar un tanto los salarios. Las condiciones de vida y de trabajo de los obreros empezaron así a mejorar. No faltaron entonces dirigentes sindicalistas para pensar que más valía abandonar un combate sin esperanza y negociar con la burguesía la incorporación pacífica del proletariado al sistema vigente, a cambio de ventajas cada vez mayores. Los héroes dejaron el lugar a mercaderes que sustituyeron la lucha por el regateo y la componenda. El sindicalismo reformista no representaba ningún peligro para la burguesía. Antes al contrario, garantizaba la permanencia del régimen demoplutocrático. Entonces, los sindicatos mediatizados fueron autorizados por ley, ya meros apéndices, ruidosos pero tranquilizadores, del sistema imperante.Con el tiempo, la clase obrera de los países más industrializados se fue aburguesando. En cuanto a sus condiciones de vida, se diferencia muy poco, hoy en día, de las clases medias. Pero sus integrantes siguen siendo asalariados, subesclavos bien alimentados. Sus dirigentes han llegado a constituir una oligarquía capitalista, no sólo la buena vida, sino también, directa o indirectamente, el poder. Son empresarios como los demás, mancomunados como los demás para la defensa del sistema.
VII - EL PODER SUPRANACIONAL
El más craso error que se pueda cometer al estudiar el mundo de hoy es el de creer que capitalismo liberal y capitalismo estatal son enemigos irreconciliables. En realidad, no pasan de competidores, como podían serlos potencias demoliberales del siglo pasado. Rivalizan por el dominio de colonias y mercados, pero se encuentran solidarias cuando el sistema común está en peligro. Lo demostró a las claras la segunda guerra mundial como también, en nuestro país, el contubernio de liberales y comunistas en 1945 y 1955.Más aún, todo parece indicar que existe, por encima de los bloques demoplutocrático y soviético, una potencia supranacional que los maneja a su guisa. Está probado que un consorcio bancario internacional subvencionó abundantemente a Trotsky en 1917. No fue, evidentemente, un hecho accidental. La gran finanza no tiene patria, sino solamente intereses. Guerra fría y conflictos localizados no son sino episodios de mutua conveniencia, que permiten a los Estados Unidos mantener a flote su tambaleante economía y a la Unión Soviética reforzar la tensión interna sin la cual su imperio correría serio peligro de desintegrarse. Lo más probable es que quienes atienden, en Washington y en Moscú, el teléfono que une la Casa Blanca al Kremlin hablen un mismo idioma, y que este idioma no sea ni el ruso ni el inglés.
VIII - EL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO
No faltaron, en el siglo XIX, grupos revolucionarios que se alzaran contra el poder burgués. Pero su enfoque del problema era parcial. Unos, salidos de las clases medias, luchaban por la liberación del Estado y, a través del Estado, de la Nación. Otros, formados en el seno del proletariado, buscaban liberar a la clase obrera de la opresión capitalista. No se daban cuenta que su enemigo era el mismo: la minoría burguesa que, dueña del poder político, avasallaba la Comunidad y explotaba a los productores. A menudo, por mutua incomprensión, nacionalistas y socialistas se enfrentaban, neutralizándose, debidamente incitados al efecto por agitadores a sueldo.Para que la revolución auténtica se hiciera factible, fue preciso que los grupos nacionalistas tomaran conciencia de la opresión capitalista que ellos sufrían exactamente como el proletariado, y que los grupos obreros tomaran conciencia del avasallamiento de la Comunidad histórica por la oligarquía burguesa. Entonces sí surgieron movimientos revolucionarios nacionales que supieron realizar la síntesis del nacionalismo y del socialismo, del espíritu de tradición y del espíritu de revolución. Negando los antagonismos anticuados, estos movimientos constituyeron verdaderos Estados supletorios que se hicieron los instrumentos de la intención directriz de sus respectivas Comunidades.Las revoluciones nacionales de nuestro siglo se realizaron en dos estadios. El primero consistió en la liberación del Estado de la ocupación burguesa, lo que implicaba la reestructuración funcional. El segundo, en la liberación de la Comunidad y, en especial, del proletariado, de la explotación económico-social que padecían, lo que implicaba la transformación total del sistema capitalista de producción y distribución. Lo segundo era más difícil de realizar que lo primero: la historia reciente lo prueba.
IX - LA REVOLUCION NACIONAL JUSTICIALISTA
En nuestro país, el proceso revolucionario se desarrollo de un modo un tanto diferente. El golpe militar del 4 de junio de 1943 ya había liberado el Estado, con un enfoque exclusivamente político, cuando surgió el peronismo, integrado por grupos nacionalistas civiles y por la gran masa obrera. El movimiento revolucionario no se había constituido, depurado ni fogueado en la lucha. Carecía de doctrina y de cuadros y hasta, dividido en partido y gremios, de unidad orgánica. No supo endurecerse ni unificarse desde el poder. Antes al contrario, cometimos el error de permitir –y a veces imponer- la afiliación indiscriminada al partido, debilitándolo así aun más. Sólo los gremios constituían una fuerza coherente, pero incompleta por su mismo carácter clasista,Por otro lado, la revolución nacional justicialista estalló y se desarrollo en el momento internacional más difícil. Vencida en el país, la Unión Democrática dominaba el resto del mundo con el nombre de Naciones Unidas. La presión política y militar de los aliados había sido muy seria –en algunas oportunidades, irresistible- en los años anteriores y permanecia latente. Cambiar brutalmente las estructuras políticas y económicas hubiera sido considerado una verdadera provocación, con posibles consecuencias sumamente peligrosas para nuestra misma soberanía.El Estado justicialista tuvo, por lo tanto, que actuar dentro del marco institucional creado por la oligarquía, o sea con instrumentos inadecuados a sus propósitos. Se limitó a dar un nuevo sentido a formas caducas. En el campo político, la mayoría electoral que lo respaldaba le permitió gobernar sin suprimir el régimen de partidos. En el campo económico, el macizo apoyo de los gremios le permitió instaurar la justicia social sin destruir el capitalismo. Sólo en los últimos tiempos de nuestra primera época de gobierno, un tanto relajadas las tensiones internacionales, pudimos empezar a quitarnos la careta. Las constituciones de La Pampa y El Chaco hicieron su lugar a la representación sindical y se socializaron algunas empresas. Pero, salvo estas pocas excepciones, por lo demás incompletas, la revolución nacional justicialista se limitó a eliminar efectos de causas estructurales que permanecían, constitucional y legalmente, en vigencia. Bastó, en 1955, un intrascendente golpe insurreccional para que el régimen demoliberal volviera a funcionar como si nada, o casi nada, hubiera cambiado desde 1943.
X- HOY: DOCTRINA Y MOVIMIENTO
Hay que aprender las lecciones de la batalla perdida. Muchos entre nosotros, pero no todos, han sabido hacerlo a través de diez años de persecución y de lucha. Sin embargo, nuestro movimiento sigue siendo gregario, cuando sólo las minorías operantes, expresión legítima del pueblo, son capaces de hacer revoluciones. Tenemos a millones de electores; no tenemos a los pocos miles de militantes organizados que nos son imprescindibles para dar victoriosamente el asalto al poder burgués.No se puede organizar a fuerzas revolucionarias sin darles previamente la formación doctrinaria sin la cual no hay disciplina ni conciencia de los objetivos a alcanzar. Mucho se ha hecho, en los últimos años, para precisar las grandes líneas ideológicas del justicialismo. Nuestros historiadores revisionistas ya han ganado la batalla, en su campo, y la mitología liberal ya no engaña a nadie entre nosotros. Nuestros sociólogos y economistas han profundizado científicamente nuestra doctrina, especialmente en sus aspectos estructurales. Hoy, la Escuela Superior de Conducción Política del Movimiento está dando a esta tarea una orientación orgánica y normativa y empieza a formar nuestros militantes.Queda por constituir, en el seno del Movimiento, una milicia combatiente que sepa encarnar, con espíritu heroico, al pueblo revolucionario todo, al margen de la estratificación clasista que nos impuso el capitalismo burgués y que sueñan en hacer perdurar los ideólogos marxistas, fieles a esquemas superados.
XI - MAÑANA: EL ESTADO COMUNITARIO
Volveremos, muy pronto, a liberar el Estado. No deberá, entonces, permanecer ningún resabio institucional de la ocupación burguesa. El Estado debe responder a nuestra realidad y a nuestras necesidades, no solamente en sus intenciones y sus obras, sino también en sus estructuras.La nueva Constitución Justicialista asegurará la unidad y continuidad del Estado en la persona de su Jefe, situado por encima de los tres poderes institucionales. Garantizará una auténtica representación popular a través de las comunidades intermedias y cuerpos constituidos de la nación: provincias, gremios, Iglesia, universidades, fuerzas armadas, etc. Respetará y fomentará la autoconducción y los fueros de los grupos sociales y comunidades intermedias.Así el Estado estará en condiciones de desempeñar satisfactoriamente sus funciones: todas sus funciones, y sólo sus funciones.Esto supone, naturalmente, la supresión total y definitiva de los partidos políticos que constituyen los instrumentos del engaño demoliberal. Ni la Comunidad está hecha orgánicamente de partidos, ni una parte de la nación, en pugna con las demás, puede expresar validamente la intención histórica del todo, unitario y complejo a la vez. Sólo en Estado soberano, librado de la ocupación clasista y partidista, tiene por misión conducir a la Comunidad con vistas a su cada vez mayor afirmación.
XII - MAÑANA: LA EMPRESA COMUNITARIA
Considerada en su aspecto funcional, la empresa es una comunidad jerarquizada de productores, diversamente especializados, que aúnan esfuerzos para fabricar determinado artículo o prestar determinado servicio, valiéndose para ello de las herramientas o máquinas que impone la técnica moderna.Considerada, por el contrario, en su aspecto legal, esta misma empresa no pasa, hoy en día, de ser un mero capital que compra máquinas, materias primas y trabajo. Pura ficción. Pues si con un golpe de varita mágica se suprimieran los dueños del capital, la empresa seguiría funcionando sin la menor perturbación, mientras que pararía y desaparecería si se eliminasen los productores.No basta, por lo tanto, mejorar el nivel de vida del proletariado. No basta dar al productor el lugar que le corresponde en la Comunidad. No resuelve nada cambiar el capitalista sustituyendo la oligarquía burguesa por una oligarquía burocrática. Lo que hace falta es suprimir el salariado, devolviendo a la empresa, aprehendida en su realidad orgánica, la posesión y, de ser posible, la propiedad de su capital, así como la libre disposición del fruto de su trabajo.Cualquier ente social –individuo, grupo o comunidad- tiene el derecho natural de poseer los bienes que le son imprescindibles para subsistir y realizarse plenamente. El municipio, por ejemplo, tiene naturalmente derecho a la propiedad de la vía pública o de la red de alumbrado. El municipio en sí, no la suma de sus habitantes. Cuando alguien viene a instalar en una ciudad, no tiene que comprar su parte de calle ni de usina; ni la vende cuando se va. La empresa es también un ente social independiente de sus integrantes individuales del momento. Es ella la que tiene que ser dueña de su capital, al que encontrará y usufructuará el productor entrante y dejará para su sucesor el productor saliente. Esto vale tanto para la empresa industrial como para la empresa agropecuaria. Los reformistas pequeños burgueses que quieren lotear las unidades orgánicas de nuestro campo fomentan el minifundio y la miseria. La tierra debe ser de quienes la trabajan, como las máquinas de quienes trabajan en ellas. Tal principio no supone, en absoluto, el parcelamiento de la propiedad de los instrumentos de la producción, sino la supresión de las propiedad individualista de bienes que otros –individuos o grupos- necesitan. O sea la supresión del parasitismo en todas sus formas.Eliminado el parasitismo capitalista, las clases desaparecerán ipso facto. No habrá más burgueses ni proletarios, sino productores funcionalmente organizados y jerarquizados en sus empresas.El gremio perderá entonces el carácter clasista que le ha impuesto una lucha necesaria cuya responsabilidad no lleva y volverá a convertirse en una federación de empresas comunitarias, con el patrimonio asistencial que necesita y los poderes legislativos y judicial que definirán sus fueros. En cada gremio, un banco distribuirá el crédito entre las empresas, dentro del marco de la planificación y conducción económica del Estado Nacional.La revolución justicialista no busca, pues, llegar a una componenda entre capitalismo individualista y capitalista estatal, ni “mejorar las relaciones entre capital y trabajo”. Repudia íntegramente cualquier forma de explotación del hombre por el hombre y quiere volver, en todos los campos, al orden social natural. Es éste el sentido de nuestra TERCERA POSICIÓN.
Fuente: Verdadero Peronismo