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viernes, 26 de junio de 2009

MENTE BIDIMENSIONAL

por Guillermo Rojas

Estamos tan cansados del tema que a veces no queremos escuchar mas de la cuestión. Lo peor y que aumenta el desasosiego y a veces la ira, es que hay gente que no quiere o no puede entender y siguen con el cantito. Un poco por lo fácil que resulta pensar con esas categorías, después de siglos de acostumbramiento mental, digamos que se forma una suerte de huella, como la de camiones en el camino de tierra embarrado, que hace patinar e impide salidas laterales. Me lo he imaginado de esa forma, luego de escuchar todos los días la misma gilipollada como dirían los gallegos. Confieso que el tema me pudre soberanamente.

¿Usted de que es de izquierda o de derecha? Y dale otra vez a explicar...

No serian nada los que a propósito no quieren entender por que no les conviene, sea zurdos de diferente pelaje como derechistas de diversas tendencias. Con ellos no vale la pena esforzarse mucho, que en seguida los calas: los unos salen con que la única que defiende la justicia, la equidad social y la inclusión de los marginados es la izquierda, ese es el discursete social de los progre nuevos sacerdotes de la mojigatería políticamente correcta (no discriminación, derechos humanos y temática de género). La izquierda neta ya se ha quedado sin ideología, sin concepción del Estado, la economía y la sociedad, lo que era en su día el marxismo. Se cree viva aun, porque sigue aferrada a la axiología negativa, se reduce ya al antifascismo, a referencias al indigenismo inventado en Inglaterra o se ilusiona con el mamarracho del Socialismo del siglo XXI, no impide ello que se coloque en la práctica en el mismo bando que el liberalismo, muchas veces operando y haciendo lo que los gobiernos democráticos por cuestión de imagen no se animan a hacer con la policía. Los extremistas rojos son pandillas de la porra del capitalismo, que les da las migajas para que sigan ocupando un espacio que en realidad esta prácticamente vació: la resistencia contra el sistema. Recordemos sino hace unos días, que se descubrió como se financiaba el Movimiento Teresa Rodríguez y como inmediatamente se tapó el tema. Era financiado por el Estado. El Estado les da lo que manda el Banco Mundial en forma de créditos. Ni vamos a referirnos a los medios con los que cuenta el progresismo, con la Banda de los 30.000 desaparecidos a la cabeza.

Y los otros- la derecha- hablan de la nueva guerra fría latinoamericana, de los que quiere imponer el comunismo con Chavez, Evo y Castro (…su momia) o Kirchner (¡¡¡¡nada menos!!!!) a la cabeza. Los opositores a los K (solamente) están en esa: el fantasma ha resucitado El “sucio trapo rojo” flamea de nuevo. ¡¡Tenemos enemigo!! Adhieren a frentes de la CIA para poder operar. Lo que no sabemos es operar para que y para quienes. Lo peor: algunos hasta se dicen “nacionalistas” En definitiva tienen el mismo destino que la extrema izquierda, ser instrumento del capitalismo global en la lucha o dialéctica inducida, fabricada, para bobos.

Mientras ellos “pelean” y se neutraliza toda resistencia real, el poder sigue en las mismas manos, la explotación continúa junto con la sangría permanente de nuestros recursos. Cuando la mentira se debilita estos pobres diablos la vuelven a fortalecer.
Progresismo e izquierda así como la derecha (conservadora, gorila, emergente del golpismo) se definen siempre por lo anti, antifascismo en los primeros (llamando fascismo a cualquier cosa) y anti comunismo en los otros (creyendo que aun el comunismo existe). Lo único pro en el sistema es lo que realmente se aplica, el neo liberalismo, la tiranía del capital financiero. Lo demás es mera chatarra.

Estamos más que gastados de tanto decir lo evidente: que ambos términos son expresiones del mismo fenómeno y herramienta del Poder Mundial que explota en su provecho, el sedimento dejado en el imaginario colectivo por décadas de lucha bipolar.
Los que sí nos preocupan, son los que tienen el cerebro limado con ese cantito de la izquierda y la derecha, por que justamente pudiéndolos acercar, esta estupida temática los aleja.

A ellos resulta difícil explicarles que no existen derechas ni izquierdas, sino, por una parte, partidos u organizaciones y proyectos del sistema y por otra, grupos y organizaciones más o menos estructuradas (o desorganizadas): un pequeño (imperceptible para el común) movimiento cultural y político antisistema.

Dentro del primer apartado se desarrolla toda una dialéctica falsa donde la derecha (especialmente económica) ejerce el poder real, mientras la denominada izquierda ocupa (usurpa) el lugar de la resistencia: No resiste nada y además vive de los mendrugos que la derecha le tira: del clientelismo político.

Todas las tendencias del sistema son iguales, hacen lo mismo, sólo se distinguen, en el mejor de los casos, en la retórica, los giros terminológicos, los antecedentes históricos ( y prontuariales) de sus mandamases, la extracción social y los antecedentes políticos o académicos de los matones ( o asesores) que los sirven y por algunas recetas técnicas que adoptan para alcanzar idénticos fines en definitiva, al servicio de un único ideario democrático en política, capitalista en economía e izquierdista-marginalista (progresista) en cultura y valores; ni siquiera se detectan tales diferencias fundamentales en la práctica o a la hora de la gestión administrativa: ¿Para que abundar mas sobre esto? Con ver el zoológico político que nos rodea es suficiente, y mas en época pre electoral.

Nosotros los nacionalistas estamos por encima de las derechas y las izquierdas, por eso a la hora de la preguntita repetitiva, es necesario reconocer también que no establecemos las reglas del juego ni los conceptos imperantes en la cultura política: ergo que el sistema hará uso en nosotros justamente de esos conceptos que les son propios y como aparato cultural hegemónico, nos llamaran la ultraderecha, el fascismo.

Como siempre nos debemos a la verdad y a la realidad para decir fuerte y claro que aborrecemos la categorización bidimencional en cualquier grado de intensidad.
Somos radicalmente antisistémicos en orden a lo dicho anteriormente, por que justamente tenemos una clara identidad tanto desde una perspectiva filosófica e ideológica y aspiramos en la práctica a instaurar un nuevo estado de cosas.

Por que en ultima instancia como herederos de los valores culturales y espirituales del cristianismo, nuestro enemigo principal es el judaísmo teológico- político, es decir: una ideología racista y supremacista, religiosa, fundamentalista, imperialista, retrógrada y criminal, verdadera potencia hegemónica a escala planetaria, cuyo discurso y mitología, constituye en definitiva el núcleo duro de pensamiento del Imperio, ideología a la que en ultima instancia el sistema o Régimen de Dominación rinde culto de izquierda a derecha.

Fuente: Red Patriótica Argentina

lunes, 22 de junio de 2009

INTRODUCCIÓN (3/3)

EL NACIONALISMO

Esbozadas, suficientemente para nuestro objeto, las características de la nación y del estado, diremos que el eje de la filosofía nacionalista, es la premisa de que toda nación tiene un ser genuino y que toda la dinámica de su evolución, debe estar destinada –últimamente- al desarrollo legítimo –en el sentido de fidelidad- de este ser genuino.

A su vez, este ser genuino, se traduce en un existir esencial y en un existir formal. Es decir, en una evolución natural de la comunidad política implícita en la nación y en una coetánea evolución institucional. Ambas son el producto del ser genuino. Se influyen recíprocamente entre sí y a su vez, influyen reflexivamente sobre aquél.

Los problemas y conflictos que se derivan de estas circunstancias son permanentes. Han existido siempre aunque condicionados, como es lógico, a las circunstancias históricas. Van ceñidos estrictamente a todas las características sociológicas y están determinados, en primer lugar, por la naturaleza religiosa y biológica de cada ser nacional y luego por las influencias espirituales y culturales por un lado, y por las formas institucionales del derecho público y privado por el otro.

El conflicto cardinal surge cuando estas evoluciones son deformadas caprichosamente por propósitos o intereses ajenos al ser nacional. Entre estos propósitos figuran, por ejemplo, la subordinación del ser nacional a “teorías” institucionales extrañas, como en el caso de la Argentina en 1853; a intereses dinásticos, como en el caso de los Habsburgos, no sólo al dificultar la unificación de Alemania, sino y principalmente, en cuanto intentaron la desgermanización de Austria; a la influencia de minorías que no se integran en las naciones que las albergan; a la simple penetración imperial o al predominio liso y llanamente extranjeros, como en el caso de Flandes afrancesado o Polonia rusificada.

La naturaleza religiosa y biológica, obra en el sentido de la autenticidad, siempre inequívocamente, ya que, como acertadamente dice Belloc, “el tono y carácter de toda sociedad proceden en último término de su filosofía activa: esto es de su religión”. En cambio, las influencias culturales y las formas institucionales, pueden obrar, a veces, en el más peligroso sentido de contradicción, o con toda precisión, podríamos decir, en un sentido de “sofisticidad” del ser genuino de la nación.

Dentro del mundo llamado “occidental” las influencias culturales han sido más características de la época moderna y ello se debe a que nunca, las ideologías, las corrientes espirituales y artísticas y las formas institucionales, has tenido un origen más “teorético”, más “racional”, más “desarraigado”, que en los últimos tiempos. De manera que, a través de minorías de intelectuales, lejanos y aún divorciados del espíritu del país; ajenos –dentro de lo relativo de esta posibilidad- a sus comunidades nacionales, las expresiones culturales y las instituciones de derecho, han sido creaciones “artificiales” de los individuos menos nacionales, y aparecen impuestas a la nación, con el resultado, consciente o no, de subordinar su acción, no al ser genuino, como sería el proceso auténtico, sino a otros propósitos, de distinta naturaleza, pero siempre extranacionales.

Frente a esto, el nacionalismo aparece como tendencia espontánea orgánica, casi como el instinto de conservación de la vida en el individuo, o mas acertadamente, la conservación de su personalidad, de su concepción del mundo, de lo que él considera su goce de la vida, su particular idea de la felicidad, en suma, la libertad de su sujeción. Naturalmente que hay individuos que pierden su personalidad, o que se suicidan, y hay naciones que también se suicidan, o deslíen su personalidad, o varían en una gigantesca anormalidad social.

Por eso, la fuerza del nacionalismo en un pueblo, depende de su salud, de su estar en forma. Y en crisis supremas en que parecen perderse, muchos pueblos sacan reacciones insospechadas y se dan los fenómenos extremos del nacionalismo: el más nítido de ellos, la conquista del estado para preservar, a través de éste, la vida de la nación.

Si la nación es una protoforma, el nacionalismo es la sana intención de que ésta permanezca dentro de dicha protoforma.

La nación es naturaleza, pero el nacionalismo, como excepcional movilización del alma, puede ser historia en instantes decisivos. Cuando la nación está sana, el nacionalismo es consubstancial con ella, es instintivo, pero cuando no, surge el nacionalismo no ya como un suceder, espontáneo y fluente, sino como un volver a ser deliberado y volitivo; el fenómeno natural se hace fenómeno histórico.

Claramente pues, la intención del pueblo de permanecer fiel a la nación, fiel a la personalidad nacional, fiel al ser genuino de la nación, es lo que constituye el nacionalismo.

Fragmento del libro "Universalidad del Nacionalismo", de Emilio Juan Samyn Duco